Jesús, compañero del nuevo curso

Jesús, compañero del nuevo curso

Iniciamos un nuevo curso, como en el cole. El ritmo de los que aprenden, de los que se educan  es el que se ha impuesto en nuestra sociedad: en los días de trabajo y en las vacaciones. Frater también está en camino siempre de aprender, de educar la mirada y el corazón al estilo de Jesús y con el tacto del Padre François. No estamos en una clase, pero estamos en fraternidad, en grupos, en Equipos de vida y formación. Jesús, el Maestro, nos invita a crecer y vivir con toda nuestra capacidad. Su invitación no es pasiva ni por su parte ni por la nuestra. Él va más allá de los lugares esperados y las situaciones establecidas. Su invitación es provocativa para salir de nuestra situación y definirnos ante él y ante nuestra propia vida, trabajando por el bien personal y social.

 

Evangelizar la Decápolis. En tierra pagana, donde más tarde arraigaría y se expandiría la fe cristiana, Jesús de Nazaret llega en persona. Es verdad que no se prodigó en tierra extranjera, pero sus incursiones en ella son muy significativas. Así nos dejó constancia de la importancia de caminar entre fronteras, de acoger a los extranjeros, de salvar lo que busca salvarse. Como le dijo la mujer extranjera sirofenicia: de las migajas del pan de los hijos muchos saciarían su hambre de Dios (Mc 7, 25-30). Ojalá también nosotros crucemos las fronteras invisibles que nos separan y aíslan de los otros, sean de la raza o nación que sean.

 

Enfermos incomunicados (Mc 7, 31-37). A parte de las dificultades físicas que conlleva cualquier enfermedad, se le añaden el aislamiento y la exclusión del enfermo que le conduce a reducir casi todas las actividades que le permitían socializarse y comunicarse. El caso paradigmático es la persona con discapacidad auditiva, que le produce una muralla entre él y los otros muy difícil de saltar. No solo los sordos, cualquier discapacidad física produce incomunicación y aislamiento. Y parte de la cura será siempre facilitar puentes y encuentros. Evitando la lástima del que mira de arriba abajo a la persona enferma con actitud paternalista. Pues esto no cura sino que genera dependencias que impiden el crecimiento y la autonomía que tanto bien nos hace a todos.

 

Trabajar por el bien, aunque no todo nos salga bien. La gente sencilla da gracias y se siente sanada con Jesús. Recordar la primera página de la Biblia donde después de cada cosa creada suena el estribillo “y vio que era bueno”. Estribillo de bendición por todo lo creado, y por todo el bien efectuado. La enfermedad, el dolor, la incomunicación aparecen aquí como lo opuesto al Plan de la Creación. Y el movimiento que pone en marcha Jesús lucha contra ese mal, manifestándose así su acción como anti-mal. Nosotros no nos deberíamos contentar con no hacer el mal (pecados de omisión), deberíamos imitar la actitud combativa de Cristo que ni un día de su misión abandonó estas obras que salían de sus manos, de sus suspiros y de sus palabras curativas.

 

¡Feliz curso con tan buen compañero!

                                                           El Equipo General

 


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